Julio es un adolescente que cuya enfermedad le mantiene en la cama y le deja todo el tiempo para soñar. Se inventa otra vida, una realidad paralela a la suya, donde las cosas salen como él quiere. La chica que siempre le ha gustado, Laura, finalmente quiere salir con él, cosa por la que Julio prefiere esa realidad falsa y quiere evadirse de la real. En el sueño, la advertencia que su padre le hacía constantemente se hacía realidad: una mañana estando en clase, los libros empezaron a volar y a salir por la ventana. También abandonaron las estanterías de las casas, de los despachos, etc. Poco a poco, empezaron a desaparecer las letras, y cada vez que desaparecían, los ciudadanos de deshacían de su significado. Se deshacían de cada objeto que contenía una letra desaparecida, como por ejemplo: la mesa. Todo el mundo empezó a tirar sus mesas y poco a poco, la vida se convirtió en un caos. Las personas empezaron a quedarse sin pestañas, sin arrugas, etc. Todo estaba deforme, había muchos vacíos... la ciudad había cambiado por completo. La fiebre que le mantenía en la cama empieza a desaparecer, y Julio tendrá que elegir en cuál de las dos realidades quiere vivir.
Una vez adulto, el protagonista sigue sumergido en su falsa realidad, y se inventa toda una familia para no sentirse solo.
Esta novela es una autentica parodia de la realidad. En vez de con el dinero, Juan José Millás juega con las letras, un bien de mucho más valor. Habla de un mercado negro que por supuesto, sólo manejan los "grandes", donde cada letra vale una fortuna y muy pocos pueden llegar a conseguirlas. Y paralelamente, nos muestra cómo el ser humano, ante la desesperación nos creamos una realidad cómoda, placentera y a nuestro gusto. Somos tan débiles que preferimos la mentira por comodidad.
El escritor consigue plasmar el día a día de una manera distinta, irreal pero verdadera.
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